Llevaban una escalerita sobre el hombro con un recipiente de latón, con un pico tipo pava, en el que cabían dos o tres litros de alcohol. A la caída de la noche los encendían y duraban hasta que se agotaba el kerosen.
LOS VENDEDORES
Vendían corderos y pavos vivos por las calles de Villa Devoto. Venían varios paisanos de afuera con trescientos o quinientos animalitos. Las ranas vivas las traían en una bolsa de arpillera y se vendían según el tamaño. Las liebres y las perdices las llevaban enganchadas en las puntas de una caña gruesa y dura, que apoyaban sobre su espalda. Los pajaritos se vendían por docena, atados con hilo de coser por las cabecitas.
Había carros donde se vendían cacerolas de barro, fuentes, macetas y porrones para beber agua fresca. Dentro del porrón colocaban cantos rodados para mantener el agua fresca. También estaban el canastero, el plumerero, el sillero y el gorrero.
El zapatero remendón iba por las calles con una horma de hierro de tres tamaños y arreglaba el calzado a domicilio.
Hubo un italiano que fue famoso en aquella época por su canto pregonando su mercadería. Cabalgaba con dos canastos de mimbre redondos a los costados de su caballo ofreciendo mondongo, chinchulines, librillo y tripa gorda.
El kerosenero también iba a caballo, llevando dos tambores de veinte litros cada uno con un chupador, con pico de lata.
¡Y no podía faltar el lechero!
Texto: Camila, Matías, Martina y Franco - 4º c
Foto del vendedor y su rebaño cruzando la Plaza – Año 1938: Madre de una alumna de 6ºB)
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